La vida le sonreía a Mauricio Macri. Cambiemos había ganado las elecciones de 2017, el ministro de Finanzas había conseguido dólares antes de que suban las tasas y los analistas pronosticaban que el país iba a crecer en un año par, por primera vez desde 2010. Pero los inversores empezaron a percibir que la bola de Lebac se tornaba imparable y el impuesto a la renta financiera para tenedores extranjeros, que comenzaba a regir el 26 de abril, los terminó de colmar: un día antes empezaron a desarmar posiciones en Argentina y le dieron un portazo al peso.
Ahí cambió todo: el dólar no paró de subir y la inflación se aceleró. A casi un año exacto del inicio de la devaluación, el derrotero muestra una serie de medidas que el Gobierno tomó y que son completamente opuestas a sus deseos iniciales: los anuncios de congelamiento de tarifas y de refuerzo a Precios Cuidados son la prueba más reciente de un largo listado de decisiones que el propio Macri nunca hubiese querido anunciar.
- “No volvamos al Fondo”: en marzo de 2016, el hoy ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, era columnista de un programa de TN, en el que mostró un cartel que pedía no volver al FMI y explicaba que la intención del Gobierno era "salir del default, poder financiarse en los mercados internacionales y no tener que ir al Fondo". Dos años después, Dujovne fue el jefe de las negociaciones con Christine Lagarde. Encima, el primer acuerdo con el organismo fue fallido y no calmó la devaluación, por lo que debió renegociar para conseguir una ampliación hasta los 57 mil millones actuales.
- Fin del gradualismo: El Gobierno intentó atenuar sus medidas “antipopulistas” con una baja gradual del gasto. Sin embargo, una de las exigencias del FMI fue apurar la reducción del déficit fiscal primario. Hacienda esperaba que éste fuese, para fines de 2018, un 3,2% del PBI. Finalmente, debió acordar un 2,5%, que fue sobrecumplido y que para 2019 debe tender a 0. Si bien al Ejecutivo le agrada que el Estado no dé pérdidas, la negociación obligó a acelerar el ajuste más de lo deseado.
- Fin de las metas de inflación: Tanto Macri como el expresidente del BCRA Federico Sturzenegger soñaban reducir el alza de precios utilizando inflation targetting. Es decir, fijar una meta máxima de inflación anual. La devaluación no sólo se llevó a Sturzenneger (y luego a Luis Caputo) sino también a este esquema. Desde la llegada de Guido Sandleris, Argentina utiliza un sistema de agregados monetarios.
- Flota para no tanto: lejos del ideal de dólar libre, el BCRA debió colocar un piso y un techo de flotación, que se endureció en la última semana.
- Sin vacas sagradas: además de las salidas de Sturzenegger y Caputo (que pasó de Finanzas al BCRA y de ahí al ostracismo) hubo cambios en la composición del Gabinete. Como guiño a la industria, llegó al Ministerio de Producción Dante Sica, más cercano al peronismo.
- Vuelta de las retenciones: Macri fue crítico de las retenciones al agro. Pero la necesidad de dinero obligó al Gobierno a incrementar la carga tributaria a las exportaciones y hoy pagan hasta quienes venden servicios de conocimiento al exterior.
- Vaca Muerta: el Gobierno cambió la forma de medir los incentivos que le paga a Tecpetrol por extraer combustible del principal yacimiento. Esto generó tensión y azuzó el fantasma de la “inseguridad jurídica”.
- Paquete kirchnerista: La recesión obligó a Macri a tomar medidas que incentiven al consumo: refuerzo a Precios Cuidados, congelamiento de tarifas y créditos (semi) blandos para jubilados.
- Promesas incumplidas: la falta de capital político, producto de la crisis, impide que el Ejecutivo pueda llevar a cabo algunas de las promesas realizadas al establishment, como, por ejemplo, la reforma laboral.
Consecuencias sociales. La inflación interanual actual está en 54,7%, la pobreza en 32% (luego de haber bajado a 25%) y el desempleo en 9,1%. Se trata de índices que habían mejorado notoriamente en 2017 y que se derrumbaron por las corridas de 2018.
Macri, con un matrimonio, explicando las nuevas medidas:
FeL